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Un rico intercambio con el viñador cuya mirada se inclina sobre la madera, el descubrimiento de una degustación, un martillo golpeando en el taller, la confianza se establece, el domado del fuego: el hombre es omnipresente en la fabricación de una duela. Más allá de un saber hacer específico, es una cultura, se tiene un vasto conocimiento en la madera y una destreza perfecta en los gestos que se reflejan en cada una de nuestras obras maestras.